Ca7riel y Paco Amoroso encendieron Madrid con un show que rompe todas las reglas


El 28 de mayo en el Movistar Arena de la capital española, Ca7riel y Paco Amoroso ofrecieron un espectáculo que dejó claro por qué están marcando una nueva etapa en la música latina. El dúo argentino, siempre desafiante y extravagante, desató una verdadera fiesta con su propuesta sonora inclasificable, provocadora y cargada de humor.

Desde los primeros compases de “Dumbai”, con ese dembow elegante que poco a poco se convierte en un susurro lascivo de rap minimalista, hasta el cierre con “El único”, un híbrido entre trap sensual y house de madrugada, el concierto fue un torbellino de estilos y sensaciones. Cada canción parecía una pequeña revolución, donde el reggaetón se cruzaba con el neosoul, el drum and bass, el funk, el rock y hasta la electrónica experimental.

El show fue una confirmación de que la música latina ya no se define por el molde del reggaetón clásico. En su lugar, artistas como Ca7riel y Paco Amoroso construyen canciones-libertinas, llenas de giros inesperados y provocaciones. Más que un recital, lo que presentaron fue una performance que ridiculiza con picardía los códigos de la industria musical: desde la ropa hasta la puesta en escena, pasando por las letras, todo está pensado para incomodar, seducir y sorprender.

Y vaya si lo lograron: 17.000 personas deliraron con cada tema, bailando sin inhibiciones en una noche que dejó atrás cualquier pretensión de corrección política. El dúo repasó su repertorio más reciente, incluyendo canciones del EP Papota como “Impostor” y “El día del amigo”, esta última interpretada durante el bis, rodeados por un grupo de culturistas en ropa interior negra, en una escena que oscilaba entre lo absurdo y lo brillante.

No faltaron clásicos prepandémicos como “Ola Mina XD” o “Cono Hielo”, además de la recordada sesión con Bizarrap, que sigue encendiendo al público como si fuera una novedad. Lo más interesante es cómo logran que todo suene actual y necesario, incluso lo que hicieron hace seis años.

En el medio del delirio, brillaron temas como “Pirlo”, una balada desbordada de emoción, o “La que puede”, que en disco coquetea con la electrónica industrial pero en vivo se transforma en una explosión afrolatina. Todo, interpretado con una banda de nueve músicos que no dejó detalle sin pulir.

Formados desde chicos en el ambiente musical porteño, Ca7riel y Paco Amoroso arrancaron en el rock, se curtieron en las batallas de freestyle del Quinto Escalón y evolucionaron hacia un sonido que no respeta etiquetas. Su álbum Baño María, una suerte de manifiesto posmoderno contra todos los clichés del trap y el pop latino, fue la base de este show histórico.

El salto a la fama global se dio tras su participación en Tiny Desk, el ciclo de la radio pública de Estados Unidos. Desde entonces, la modernidad internacional los abrazó, y ellos respondieron con canciones que mezclan jazz latino, disco-funk y la risa socarrona del que sabe que se ríe también de sí mismo.

En definitiva, lo que hacen Ca7riel y Paco Amoroso no es simplemente música: es una declaración de principios. Renuncian a definirse, y en esa indefinición encuentran su fuerza. En una industria que muchas veces premia la repetición y la fórmula, ellos apuestan por el riesgo, el juego y la ironía. Y el público, tanto en Buenos Aires como en Madrid, se rinde ante ese huracán que no se parece a nada ni a nadie.

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